El Plan de Ayutla y la Revolución: Eligio Pérez Sánchez

A 168 años de su promulgación, el Plan de Ayutla sigue siendo puerta de transformación; este plan, fue la chispa que marcó el triunfo del liberalismo en México.
En opinión del historiador Agustín Cué Cánovas, Antonio López de Santa Anna fue “Valiente como soldado, torpe e inepto como general; maestro consumado en el arte de la intriga política, sirvió a todos los partidos y convirtió a los partidos y a los hombres en instrumentos de su propia ambición, pretendiendo, en su delirio de grandeza, confundir a sus enemigos con los enemigos de la patria; genial cazador de oportunidades supo siempre el momento preciso de colocar su espada a favor del partido que disponía de la fuerza y el poder”. Su ambición de poder lo llevaron a ocupar la presidencia de México, en once ocasiones, unas veces del lado de los liberales y otras del lado de los conservadores.
Antonio López de Santa Anna en su último periodo presidencial del lado de los conservadores (1853-1855) estableció una dictadura como forma de gobierno. Apoyó con toda su fuerza a los militares, persiguió y exilió a distinguidos liberales como Melchor Ocampo y Benito Juárez; amordazó a la prensa y se hizo llamar “Alteza Serenísima”. Además, con Santa Anna la deuda pública creció, el clero aumentó su riqueza, los terratenientes se fortalecieron; la industria, la minería y el comercio estaban en manos de un pequeño grupo y la gran mayoría de la población vivía en la pobreza.
Esta situación llevó a la guerra. Encabezaron el Plan de Ayutla: Florencio Villarreal de origen cubano, avecindado la población de Cruz Grande, a quien Santa Anna había sustituido del cargo de jefe político y comandante principal de la Costa Chica en octubre de 1853; Ignacio Comonfort, quien se desempeñó como administrador de aduanas en el puerto de Acapulco y Juan Álvarez, quien luchó en la guerra de independencia al lado del general Morelos. El Plan de Ayutla, fue promulgado el 1º. de marzo de 1854 y reformado en Acapulco 10 días después, para darle mayor claridad y un tono más liberal. En el plan, en los considerandos entre otros puntos se asentó. “Que la permanencia de Antonio López de Santa Anna en el poder es un amago constante para las libertades públicas, Que los mexicanos tan celosos de su libertad se hallan en el peligro inminente de ser sojuzgados por la fuerza de un poder absoluto, ejercido por el hombre a quien tan generosa como deplorablemente confiaron los destinos de la patria, que las instituciones republicanas son las únicas que convienen al país”.

Este plan, que dio origen a la formación del Ejército Restaurador de la Libertad, fue la respuesta de un grupo de mexicanos para cerrarle el paso a los intentos de los conservadores de establecer en nuestro país la monarquía como forma de gobierno. De los nueve puntos que contiene destacamos tres: 1. Cesar en el ejercicio del poder público, a Antonio López de Santa Anna y demás funcionarios qué como él, hayan desmerecido la confianza de los pueblos, o se opusieran a dicho plan. 2. Convocar a un congreso extraordinario para elaborar una nueva constitución y establecer como forma de gobierno la República Representativa y Popular, 3. Que debiendo ser el ejército el apoyo del orden y de las garantías sociales, el gobierno interino cuidará de conservarlo y cuidarlo cual demanda su noble instituto.
Es importante señalar que el general Nicolás Bravo, fue invitado a participar en la rebelión y aduciendo problemas de edad y enfermedades, se negó a secundarlo y publicó un manifiesto pidiendo a los pueblos que continuaran bajo el gobierno de Santa; tampoco aceptó participar del lado de Santa Anna, quien lo invitó a su paso por Chilpancingo, cuando se dirigía al puerto de Acapulco a enfrentar a los rebeldes. En forma sorpresiva Nicolás Bravo y su esposa murieron el 22 de abril de 1854, con la sospecha de que fueron envenenados por órdenes del General Santa Anna, por negarse a participar del lado del gobierno.
Para quienes encabezaron el Plan de Ayutla, quedaba claro que era urgente aniquilar los cimientos conservadores en que se sustentaba la política santanista y que era necesario promover las transformaciones de las estructuras económicas y sociales heredadas desde la colonia y que impedían la modernidad de la sociedad mexicana.
El descontento social era generalizado y la revolución de Ayutla se extendió por todo el país, mencionaremos solo algunos estados donde la guerra adquirió mayor fuerza y quienes encabezaron la lucha armada: en Michoacán, los generales Epitacio Huerta y Manuel Pueblita, en Nuevo León, José Santiago Vidauri, en Guanajuato, Manuel Doblado, en Puebla Antonio Haro y Tamiz y en Veracruz, Ignacio de la LLave. Estos aguerridos combatientes, improvisaron ejércitos con campesinos y población ansiosa de libertad y de justicia social.
Después de más de un año de guerra, la razón y la justicia se impusieron y Santa Anna renunció a la presidencia de México el 9 de agosto de 1855 y abandonó el país, ante lo cual, los conservadores maniobraron para que quedara como presidente de la República, el general Martín Carrera; la maniobra no prosperó y en base al Plan de Ayutla, en Cuernavaca, Morelos el grupo triunfante nombró como presidente de México a don Juan Álvarez, quien tomó posesión el 4 de octubre de 1855, e integró un sólido gabinete.

con los liberales puros: Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Benito Juárez en Justicia e Instrucción Pública, Miguel Lerdo de Tejada en Fomento, Colonización e Industria e Ignacio Comonfort liberal moderado en Guerra y Marina.
Las desavenencias entre los ministros Ignacio Comonfort y Melchor Ocampo, por el rumbo que debería tomar el país, pronto se hicieron presentes y llevaron a que Ocampo, llamado “el filósofo de la Reforma” presentara su renuncia, cuyas razones se encuentran en su famoso documento, Mis quince días de ministro.
Don Juan Álvarez estuvo al frente del gobierno durante 67 días y en su gestión destaca la convocatoria del 16 de octubre de 1855 a un congreso encargado de redactar una nueva constitución para dar un nuevo rumbo al país y la aprobación de la Ley Juárez del 25 de noviembre de 1855, mediante la cual se eliminaron los fueros de eclesiásticos y militares, como primer paso para lograr la igualdad de los mexicanos ante la ley.
Si gobernar es complicado, durante el siglo X1X, en que se constituyeron los cimientos del estado moderno mexicano, era toda una proeza. Álvarez, hombre de campo, más que de ciudad y enfermo, al renunciar a la presidencia de la República, atacado a la vez, por fuego amigo, expresó: “Pobre entré a la Presidencia y pobre salgo de ella, pero con la satisfacción que no pesa sobre mí la censura pública, porque dedicado desde mi más tierna edad al trabajo personal, sé manejar el arado para sostener a mi familia, sin necesidad de los puestos públicos donde otros se enriquecen con ultraje de la orfandad y la miseria”.
Su ejemplo de honestidad y patriotismo fue una constante en el grupo de liberales, quienes siempre priorizaron el interés general sobre el interés particular.
Al dejar el general Álvarez la presidencia de la República, su lugar fue ocupado por don Ignacio Comonfort, quien tomó posesión de la presidencia de la República el 11 de diciembre de 1855 integrando su gabinete con liberales moderados, partidarios de cambios menos profundos y coludidos en muchos aspectos con los grupos conservadores.
Conforme al Plan de Ayutla, tuvo lugar un intenso debate parlamentario que dio origen a la constitución del 5 de febrero de 1857, de corte liberal, la cual fue desconocida por el propio Comonfort y los conservadores apoyados por el Papa Pío 1X dando origen a la guerra de Reforma que tuvo lugar del 17 de diciembre de 1857 al 22 de diciembre de 1860, conocida también como la guerra de tres años, periodo durante el cual el país tuvo dos presidentes al mismo tiempo; Félix Zuloaga y posteriormente Miguel Miramón de parte de los conservadores y Benito Juárez por parte de los liberales.

Es necesario señalar qué durante la citada guerra, el presidente Benito Juárez, promulgó en Veracruz en 1859, las Leyes de Reforma que llevó a la separación Estado-Iglesia, consolidándose el liberalismo mexicano, cuyo origen encontramos en la pluma de don José María Mora, en la acción gubernamental de don Valentín Gómez Farías y en la Revolución de Ayutla.
Para nuestro orgullo podemos decir que el Estado de Guerrero, ha estado siempre presente en las gestas heroicas del pueblo mexicano y que ya es justo y necesario que juntos con los tres niveles de gobierno unamos esfuerzos y apoyos para cambiarle el rostro a nuestra querida entidad y camine por el sendero del progreso sustentado en un verdadero Estado de derecho, donde se respeten los derechos humanos, imperen las libertades democráticas y que la ética, guie la función pública para terminar con la corrupción y se mitigue la desigualdad que lastima a la sociedad guerrerense.
Este será sin duda el mejor homenaje que rindamos a quienes encabezaron el Plan de Ayutla y a todos aquellos que participaron en esta lucha, que marcó el rumbo moderno de nuestro país.

1 de marzo, de 2022. Eligio Pérez Sánchez