PUBLICADO POR MARIO F. DELGADO CASTRO
fuente: https://libroleyendasdeteloloapan.blogspot.com/
Todo mundo ha oído hablar de la famosa vara mágica. Desde tiempos remotos, esta vara se menciona en varios pasajes históricos. En el Antiguo Testamento varios personajes de la Biblia la usaban; uno de los más famosos fue Moisés, quien realizó varios prodigios o milagros con ayuda de su vara mágica o báculo. También se menciona en todos los cuentos y leyendas donde aparecen unos seres fantásticos, a los cuales se les conoce como “hadas” o “hadas madrinas”.
El nombre de hada proviene de la palabra “hado”, que significa “destino”. Los romanos la llamaban “fata” y “fari”, y en la Edad Media se le llamó “faer”, que significa “encantar”; pero todos coinciden en que estos seres fantásticos y mitológicos son los espíritus de la naturaleza. Estos espíritus o hadas habitan los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), es por este motivo que en todos los mitos y leyendas de todo el mundo, las hadas siempre aparecen en un bosque, en un monte, flotando en el aire, o en el agua. Y todos hemos escuchado más de una vez las fantásticas historias en donde a las personas en apuros se les aparece una bella mujer, que en su mano derecha lleva una varita mágica y con ella puede cumplir los deseos de las personas, siempre y cuando éstas sean de corazón noble y generoso.
También, el mago más famoso de todos los tiempos (Merlín), utilizaba una “vara mágica” para realizar con ella toda clase de milagros o encantamientos. Como podemos ver, el uso de la vara mágica proviene desde muchos siglos antes del nacimiento de Cristo y, aún en la actualidad, los magos de todo el mundo la siguen usando para realizar toda suerte de actos de magia.
Si alguno de ustedes tuviera la oportunidad de platicar con el mago Merlín —el cual se dice que está vivo, pero que vive encerrado dentro de una cueva oculta en una montaña mágica y etérea—, éste les diría seguramente que la vara mágica no proviene de otro mundo, pues las varas de las hadas y los magos son varas comunes y corrientes, y que más bien, su poder, depende de la fe y de la mente de la persona que la maneja. Lo mismo dirían las hadas, si tuviéramos oportunidad de platicar con ellas; sólo que esto es un poco difícil, pues estos seres bellos y fantásticos sólo se aparecen en nuestros sueños y en nuestros pensamientos. Aunque se dice que si de verdad se desea ver a uno de estos seres fantásticos, se debe ser una persona valiente, honrada, noble y generosa, y, sobre todo, se debe creer en ellas y en todo lo que representan, porque de otra manera jamás se podrá verlas. Tristemente la mayoría de las personas hemos perdido la inocencia, la candidez y la fe, por lo que para esta mayoría es difícil comprobarlo.
Seguramente es por eso que los avistamientos de estos y otros seres mágicos han sido exclusivos de los niños pequeños y de hombres y mujeres de corazón puro y amplio criterio. Los niños especialmente son los más afortunados, y se dice que los pequeños a menudo ven a las hadas y a los duendes o gnomos y que incluso platican y juegan con ellos. Creo que todos los que tienen niños pequeños se han dado cuenta de que estos juegan con seres aparentemente imaginarios, platican con ellos y se ríen de sus travesuras. Y sucede que como los adultos no ven nada, piensan que sus hijos están jugando y riéndose solos, y no les hacen caso. Pero si un adulto, en vez de pensar de esta manera y sacar conclusiones tan rápidas, se pusiera a platicar seriamente con su hijo (si es que éste ya puede hablar), se sorprendería de todo lo que le puede contar. Yo mismo he platicado con algunos de mis sobrinos pequeños, los cuales apenas pueden hablar, y también con otros muchos niños pequeños, y me han dicho cosas sorprendentes.
Por ejemplo, les he preguntado: ¿con quién juegas?, y ellos me contestan “con mis amiguitos”. —¿Y cómo son tus amiguitos?, ¿grandes o chiquitos?—, y ellos contestan “son chiquitos, así como yo”. —¿Y cómo están vestidos?—, algunos dicen que están encuerados, otros que tienen gorros rojos y ropa verde o azul; otros contestan que tienen barba larga y sombrero, y algunos más dicen que sus amigos vuelan, que tienen alas y que son niñas muy bonitas que en su mano tienen una varita que brilla con la que prenden la tele, mueven los objetos y hacen muchas cosas.
Todo esto y más pueden observar los niños cuando tienen su mente y corazón puros. Pero, ¿qué pasa cuando crecen? Las visiones desaparecen. ¿Por qué? La respuesta puede no ser simple, pero sucede que los adultos les empezamos a decir que esas cosas no existen, que son cuentos, que se olviden de ello, que están locos, etc., y es así que se acoplan al mundo de los adultos y su forma de pensar cambia drásticamente, de modo que su consciencia también sufre un cambio pues ya no es pura e inocente, sino que ya está manchada con todo lo que la sociedad le ha impuesto como correcto y “real”. De esta manera pierden la capacidad de ver y percibir todo ese mundo mágico que vislumbraron en su niñez; todo eso desaparece para ellos. Pero el que los adultos ya no podamos ver ni percibir ese mundo mágico no significa que ya no exista.
Esto es sólo un pequeño esbozo de lo que sucede en esos mundos invisibles. Invisibles para el ojo adulto, pero que no por ello dejan de ser verdaderos. Citemos un ejemplo, el aire. El aire es invisible, no podemos verlo, pero lo podemos sentir cuando sopla con fuerza, lo respiramos inconscientemente, de tal modo que sin este elemento invisible no viviríamos cinco minutos. La electricidad tampoco la podemos ver, sólo sabemos que pasa por unos cables y que cuando oprimimos un apagador, el foco prende al instante. Al sonido tampoco lo podemos ver, pero lo podemos percibir cuando llega a nuestro oído. Y aunque es invisible no deja de ser real.
Quizá la mayoría no sepamos el proceso completo de la electricidad, ni tampoco entendamos cómo está compuesto el aire que respiramos, y mucho menos podemos entender la esencia del sonido, pero todos sabemos que aunque son invisibles y aunque no sepamos nada sobre su origen y composición, son reales y verdaderos. Pues esto mismo sucede con el mundo espiritual, ese mundo maravilloso que no podemos ver o percibir, pero que es real y que sólo puede ser visto por algunos cuántos seres humanos. Y como la mayoría no lo podemos ver, y mucho menos podemos comprenderlo, mejor optamos por decir que no existe, que es irreal. Es lo mismo que sucede con Dios, o con sus mensajeros, los ángeles.
¿Ya ven cómo todo esto es muy importante?, pues de ello depende que podamos ver a esos seres maravillosos, que según la tradición no son sino espíritus que ayudan a Dios en la creación y formación de la naturaleza. Estos espíritus o “elementales”, se dice, hacen brotar el agua de manantiales, ríos y océanos; hacen crecer a los árboles, que las plantas florezcan y den frutos; hacen brotar los rayos del sol, para calentarnos y alumbrarnos, y elaboran todos los minerales que hay en el subsuelo.
Esos espíritus de la naturaleza reciben el nombre de “gnomos” cuando son los encargados de guardar los tesoros ocultos del subsuelo, pero en algunos lugares se les conoce como “duendes” o “aluxes”. Los que se encargan de destilar y hacer brotar el agua se llaman “ondinas”, y en México se les dice “chaneques”, y por lo regular viven en pozos y manantiales de agua. Los encargados de producir el aire se llaman “silfos” o “sílfides”. Y los encargados de producir el fuego o los rayos del sol, se llaman “salamandras”.
Creo que todos hemos oído historias, especialmente de los gnomos y chaneques, que son los espíritus que cuidan los tesoros y el agua. Mucha gente que tiene pozos acostumbra hacerle un “huencle” a estos espíritus, para que les siga proporcionando agua y que no se sequen sus pozos. Este huencle se realiza el primer viernes de Semana Santa y consiste en poner dentro del pozo, o en una orilla, una ofrenda elaborada con tamales, miel, cigarros, dulces, mezcal, galletas, flores, etc., y así pedir a los chaneques o chanes que sigan dando agua en abundancia. Parece mentira, pero los chanes, agradecidos por estas ofrendas, les dan agua todo el año. El año en que se les llega a olvidar poner la ofrenda, los pozos casi no dan agua. “Es que los chanes están enojados, porque este año no les hicimos huencle”, dice la gente; y entonces les hacen su ofrenda y nuevamente vuelven a tener agua en abundancia.
Pero si usted no cree en estos seres mágicos, entonces nunca obtendrá favores de ellos. Jamás encontrará pozos o manantiales de agua, tesoros ocultos o alguna veta de oro. Al contrario, como mucha gente usted podrá ser asustado por cosas sobrenaturales. La tradición dice que si usted es incrédulo y por casualidad llega a toparse con un tesoro, los gnomos lo convertirán en piedra o carbón, y usted quedará decepcionado, pues estos seres sólo ayudan a los que creen en ellos o a las personas de buen corazón.
Lo mismo sucede con la hadas: sólo ayudan a la gente noble y generosa, y es muy difícil que alguien las vea. Se cree que sólo pueden verse en los solsticios y equinoccios de las diferentes estaciones del año. Por ejemplo, si usted deseara observarlas, tendría que irse a un bosque lejano y tranquilo y en el solsticio de primavera o en la hora exacta en que entra esta estación, con suerte las podría ver danzando alegremente en el bosque. Estas danzas de hadas se realizan cada entrada de una nueva estación, con motivo de festejar todo lo bello y bueno que cada estación nos trae. Por ejemplo, la primavera hace reverdecer y florecer los campos, y los animales se alegran, porque tienen comida en abundancia. Todas las flores y frutos serían gracias a la labor que realizan las hadas de primavera.
Pero si usted logra verlas, tenga cuidado, pues la leyenda dice que puede sufrir un encantamiento producido por la belleza sobrenatural y sin igual de estos hermosos seres. Hay muchas historias de mortales que las llegaron a ver y se vieron afectados en sus sentidos, debido a que la belleza de las hadas no tiene comparación, es única, esplendorosa y maravillosa. Y esto provoca una alteración de los sentidos del ser humano. La forma más común de las hadas es que son pequeñas, del tamaño de un puño humano, pero cuando lo desean pueden adoptar el tamaño de un humano común. Sus cabelleras son largas, onduladas y doradas como el sol. La mayoría de ellas tienen unas alas bellísimas, parecidas a las de las libélulas o mariposas. Sus vestidos son hechos con telas sutiles y etéreas, de un colorido especial, hechas con hojas y flores de la estación, las cuales destacan por encima de sus ropajes hechos de finos hilos de seda y telas de araña. Su cuerpo es perfecto, bien torneado, con una cintura entallada y unos pies pequeños y delicados. Su dentadura es blanca como la nieve. Sus ojos son grandes y luminosos, como dos estrellas del firmamento. Se debe tener cuidado de no verlas directamente a los ojos, pues si algún mortal lo hace queda al instante hechizado por la belleza de las hadas y por el encanto que brota de esos ojos misteriosos. Por eso se recomienda verlas a escondidas, o tratar de evitar su mirada; aunque eso es muy difícil, pues es tal el poder de atracción que ejercen que son muy pocos los que pueden resistir la tentación de verlas y acercarse a ellas.
Se ha sabido que algunas hadas se han enamorado de un humano y han procreado hijos, pero debido a la maldad que anida en la raza humana, las hadas terminan por llevarse a sus hijos al mundo de donde ellas provienen, pues no soportan la envidia y maldad del nuestro.
Es fácil encontrar el lugar donde las hadas acostumbran danzar en el bosque. Por lo regular está en un pequeño claro y dejan su huella, es decir, se puede observar un pequeño círculo de piedras u hongos, al cual se le conoce como “corro de hadas”. Y es ahí, en ese círculo, donde ellas realizan sus bellas y misteriosas danzas. Estos bailes se realizan a la luz de la luna y en las fechas que ya se mencionaron. La leyenda dice que mientras las hadas danzan dentro del círculo, los gnomos o duendes del bosque tocan sus violines, flautas y tambores, aunque no sabemos hasta donde la imaginación humana ha exagerado estos detalles.
La música que ejecutan estos seres mágicos se describe como de una belleza inigualable; parece una música celestial, que enajena y encanta los sentidos de todo aquel que la escucha. Se dice que si un ser humano pasa en ese instante cerca de ahí y la escucha, no pude resistirse a su encanto y como hipnotizado camina hacia el lugar de donde provienen los celestiales sonidos. Llegando a dicho lugar queda doblemente maravillado, pues puede observar a los gnomos y elfos tocando esa música maravillosa, y queda hechizado por la belleza sobrenatural de las hadas, que danzan cadenciosamente dentro del círculo mágico. Pero deben tener cuidado y no entrar al círculo a bailar con las hadas, pues se cuenta que algunos humanos no han resistido la tentación y han entrado a él, y entonces sucede algo terrible: entran a un mundo que no es el nuestro, una dimensión distinta donde no existe el tiempo como en el nuestro. Ahí no existen las horas, los días, los meses y los años, pues en ese mundo el tiempo no se mide, no existe, todo es una eternidad constante.
Se afirma que en ese mundo mágico una hora es aproximadamente siete años en el nuestro. Y como las hadas bailan durante unas siete horas más o menos, entonces una noche en su mundo equivale a cuarenta y nueve años en el nuestro. Se ha sabido de personas que no han resistido la tentación de ver las hadas y danzar con ellas, y se han acercado al corro de hadas y éstas los invitan a danzar. Las hadas y elfos son muy ágiles, pues tienen alas, y aunque algunos no las tienen, pueden saltar a alturas considerables. Los humanos que han entrado a danzar con ellas cuentan que, ya estando dentro, ellos también se sienten ligeros y dan unos enormes saltos al igual que las hadas y elfos, y estos saltos llegan a sobrepasar los diez metros de alto. Algunos no han aguantado el ritmo frenético de danzar tantas horas y han caído muertos, pues su corazón no resistió y sufrieron un ataque. Pero otros sí han aguantado hasta el final. Después de todo, cuando comienza a amanecer, todos los seres mágicos desaparecen instantáneamente y la música deja de sonar. Entonces la persona, desfallecida, cae como en un desmayo o sueño profundo, producto del cansancio y la emoción vivida.
Cuando los primeros rayos del sol le dan en la cara, despierta y se encamina a su casa, y aquí sucede lo sorprendente. Llegan a ella pero la encuentran en ruinas o abandonada. Preguntan por su familia, pero ésta ya no existe. Su esposa y padres han fallecido y también sus hijos mayores. Sólo los más pequeños aún viven, pero no los reconocen, pues ellos esperaban ver a sus niños de nueve, diez o doce años, pero encuentran a unos ancianos de sesenta años. Ellos creen que están soñando, que es una pesadilla, y corren a visitar a todos sus familiares y amigos, pero aquí se encuentran con otra sorpresa, que es que también ellos ya no existen, pues hace años que fallecieron. Algunos se vuelven locos de desesperación al darse cuenta de estos hechos. Otros regresan al lugar donde estuvieron danzando, para pedirle ayuda a las hadas. Algunos tienen suerte y encuentran un hada o un elfo que les ayuda y los regresa a su tiempo real en el mundo humano.
Lo anterior se debe a que como ya dijimos, se cree que en el mundo mágico de estos seres no existe el tiempo y que una noche ahí equivale a cuarenta y nueve años en el nuestro. Es por eso que hay que tener cuidado y no hacer cosas de las que después podamos arrepentirnos.
Otra cosa que debemos tener en cuenta es que en ese mundo mágico pasa lo mismo que en el nuestro. Aquí hay hombres malos y buenos, y lo mismo sucede allá. Hay hadas, elfos, gnomos, silfos, salamandras, ondinas, etc., que son buenos, pero hay otros que son traviesos y les gusta hacerle travesuras al ser humano, y hay algunos que son malos y gozan con hacerle maldades al hombre.
El mito popular dice que si usted desea ver a alguno de estos seres mágicos, tiene que buscar una piedra de campo que tenga un agujero en el centro y, a través de él, podrá observar a las hadas o gnomos. Pero la visión será por un instante, pues al percatarse de que son observados desaparecen de su vista. También se pueden ver si usted carga encima un trébol de cuatro hojas. Al trébol de cuatro hojas se le atribuyen propiedades mágicas que le permiten observar a estos seres, sólo que es muy difícil encontrar uno, pero si usted lo halla, podrá verlos cuantas veces lo desee.
Después de que ya le expliqué a grandes rasgos algo de lo que sucede en el mundo espiritual o elemental, esto le ayudará un poco a comprender cómo, según esta creencia, funciona la naturaleza y cómo podemos obtener lo que deseamos, siempre y cuando actuemos sin mala intención y pidamos la intervención de los seres mágicos apropiados para cada caso.
¿CÓMO HACER UNA VARA MÁGICA O ADIVINATORIA?
Ahora que ya sabemos cómo funcionan las cosas en los cuatro elementos de la naturaleza, voy a decirle cómo puede obtener su vara mágica o adivinatoria. Esta vara debe ser preferentemente de árbol de avellano, pues dicho árbol es el que posee más propiedades magnéticas o mágicas y es el más adecuado para que usted haga de ahí su vara mágica, aunque yo he comprobado que también puede hacerla de fresno, de guayabo o de durazno, pues estos árboles también poseen poderes magnéticos o mágicos, aunque en menor cantidad —recientemente descubrí un árbol pequeño en el campo, el cual es buenísimo para hacer varas mágicas, pues en el mismo instante en que se corta su rama se puede comprobar su gran poder magnético. Con tristeza no he podido averiguar el nombre del árbol, pues es muy raro.
Bien, algunos dicen que para elaborar una vara mágica debe cortar la vara en una noche de luna llena, o cuando la luna esté en cuarto creciente, y que hay que hacerlo con un cuchillo nuevo y decir unas palabras mágicas en latín.
Yo he comprobado que no es necesario hacer todo esto al pie de la letra. Simplemente, usted puede utilizar un cuchillo nuevo, o usado pero limpio, y cortar la vara incluso en el día. Pero eso sí, al momento de cortarla tiene que pedir a los espíritus o elementales de la naturaleza que le sean propicios para ayudarle al fin para el que usted va a destinar la vara. Es decir, tiene que consagrar esa vara para una sola finalidad. Por ejemplo, si usted la va a utilizar para encontrar pozos o manantiales, tiene que pedirle a los elementales del agua y la tierra (ondinas y gnomos, o chanes) que le ayuden en su cometido, para que esa vara le permita encontrar agua. Esto puede pedirlo mentalmente, o también puede hacerlo en voz alta.
Puede decir más o menos lo siguiente: “elementales del agua y de la tierra (ondinas y gnomos), ustedes que se encargan de elaborar y cuidar el agua del subsuelo, yo los invoco, para que me sean propicios y con su ayuda pueda descubrir los manantiales ocultos bajo la tierra. Yo reconozco su afanosa labor, la cual han realizado por muchos siglos. Es por eso que esta vara la consagro, para que con su ayuda pueda encontrar todos los manantiales que desee. Todo esto se los pido en el nombre de (Yo Soy). Gracias por haberme concedido mi deseo. Que así sea”.
Esto mismo pueden hacer cuando la consagren para encontrar metales preciosos y tesoros ocultos, con la diferencia de que sólo deben de invocar a los gnomos, los cuales son los guardianes de todos los metales preciosos. Los invocan, pidiéndoles su intercesión, para que los ayuden a encontrar vetas de oro, minas o tesoros enterrados.
Ya que hayan pedido lo anterior, si ustedes son creyentes, pueden realizar una oración para mayor efectividad. Si ustedes no creen en nada, no importa, sólo crean firmemente en que por medio de esa vara van a poder realizar cosas asombrosas y eso será suficiente. Incluso si ustedes son religiosos fervorosos no importa, pues en lugar de nombrar a los espíritus de la naturaleza pueden pedirlo a nombre del dios en el que crean (Jehová, Yahvé, Alá, etcétera). No importa el nombre que sea, porque al fin todos son el mismo Dios, sólo que cada religión le da un nombre distinto.
Una vez hecho lo anterior, corten una vara que esté en forma de horqueta. O pueden cortar dos pequeñas varas, de las cuales una van a ranurar por un extremo, dejándole un hueco de unos dos centímetros más o menos; y a la otra le van a sacar una punta, la cual va a embonar en la ranura de la anterior. Algunos dicen que es necesario llevar la vara para que la bendiga un cura, pero yo digo que esto no es necesario, pues así nada más funciona muy bien. Además, los curas son muy remilgosos, y va a ser difícil que alguno acepte bendecirla. Pero si usted es creyente, puede bendecirla usted mismo. Tome agua bendita o agua normal, y rocíe con ella la vara, mientras la bendice en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o en el nombre de Jesucristo, o en el nombre del dios en el que usted crea.
Una vez que usted ya tenga su vara mágica, la va a guardar en un lugar especial, donde no esté ni húmedo ni seco, y la va a conservar muy bien, teniendo especial cuidado de que nadie más la toque, pues esa vara fue consagrada especialmente para ayudarle a usted. Si usted la presta a otras personas ésta perderá su poder o, en otros casos, se pondrá al servicio de su nuevo dueño, y cuando regrese a sus manos ya no servirá, pues ya habrá encontrado a otra persona a la cual servir. Cada vez que haya luna llena, usted puede sacar su vara para que se exponga a la luz de la luna y se cargue de poder magnético. Pero tenga cuidado, ya que debe guardarla antes de que salgan los primeros rayos de sol, pues si se le olvida y la deja ahí, no serviría de nada todo lo anterior.
Ahora que ya posee usted su vara mágica, voy a decirle cómo debe usarla.
Cuando quiera ir a un lugar a buscar agua o tesoros ocultos, lleve su vara en una bolsa especial, teniendo cuidado de no mezclarla con ningún objeto, y mucho menos con algo metálico, porque pierde de esta manera gran parte de su poder mágico.
Bien, una vez que haya llegado al lugar elegido, despójese de cualquier objeto metálico (cadenas, monedas, relojes, etc.). Tome la vara con ambas manos por la horqueta, con las palmas hacia arriba de preferencia. El resto de la vara colóquela en dirección vertical o inclinada, dependiendo del lugar donde crea que hay probabilidades de encontrar lo que busca. Recorra lentamente todos los sitios cercanos, en la dirección que usted desee. Mientras lo hace, diga en voz alta o mentalmente, todo lo que usted pretenda encontrar. Por ejemplo: pídale a los elementales, guardianes de los tesoros ocultos o del agua, que lo ayuden a encontrar lo que busca. Prométales que si usted encuentra un tesoro, hará una ofrenda especial para ellos, como agradecimiento por haberlo ayudado.
Cuando usted se vaya acercando a algún sitio donde hay agua o algún mineral, notará que la vara empieza a moverse en sus manos. Si usted se aleja, la vara dejará de moverse. Entonces, regrese al sitio donde notó el movimiento y continúe moviéndose en otra dirección. Cada vez que usted sienta que la vara se mueve con más fuerza, significa que está a punto de encontrar lo que busca. No agarre la vara muy fuerte, hágalo suavemente. De pronto notará que la vara se mueve en una dirección con más fuerza; ésta es una señal, pues le está indicando el lugar para donde usted debe dirigirse. Camine lentamente hacia ese lugar, y cuando esté justo arriba del manantial o los metales se dará cuenta de que la vara se clava hacia el suelo, moviéndose en una sola dirección. Ése es el lugar que la vara le señala a usted; márquelo con algún objeto, para que no olvide el lugar exacto.
Si la vara se movió muy fuertemente, significa que el agua o el tesoro están a muy poca profundidad. Si se movió de forma ni muy fuerte, ni muy suave, quiere decir que está a regular profundidad. Pero si se movió sin mucha fuerza, quiere decir que usted tendrá que escarbar muchos metros, pues lo que busca está demasiado profundo. Pero no se preocupe, aunque a mucha profundidad, es seguro que ahí está, esperando a que usted escarbe y lo encuentre.
Un dato importante es que la vara debe ser delgada, aunque no tanto, más o menos del grosor de una horqueta con la que se hacen las resorteras; de largo debe medir entre treinta a cuarenta centímetros.
Si usted utiliza la otra vara, la que no está en forma de horqueta, sino que son dos pequeñas varas embonadas una dentro de otra, debe seguir los mismos pasos que se mencionaron anteriormente: las varas deben mantenerse en forma horizontal, tomando cada extremo con los dedos anular, índice y medio. Es decir, una punta debe ser tomada con estos tres dedos de la mano izquierda, y la otra con los mismos dedos pero de la mano derecha.
Cuando usted se aproxime a un manantial o a algún metal precioso enterrado, las varas se “quebrarán” o moverán hacia la dirección en que esté lo que usted busca. Entonces siga usted la dirección que le irán señalando, hasta que este movimiento se haga más fuerte. Luego, manténgase quieto unos segundos en dicho lugar, y de pronto notará que las varas se quebrarán o le señalarán el lugar donde está el tesoro o manantial. Esta señal es la siguiente: las dos puntas donde van embonadas las dos varas, se inclinarán hacia el lugar donde está el tesoro o el agua. Probablemente suceda que al momento en que las varas se inclinan para señalarle el lugar exacto, éstas se zafen y se le caigan de las manos. No se preocupe, vuelva a unirlas de nuevo y si se le vuelven a caer en el mismo sitio, ésa es una señal de que en ese lugar exacto está lo que a usted le interesa. Ponga una señal en ese lugar y dedíquese a escarbar para que obtenga lo que desea.
Con estas mismas varas no sólo puede descubrir manantiales y tesoros, sino que también puede encontrar objetos, animales y personas extraviadas. Con su vara mágica también puede protegerse de los espíritus malignos, o de cualquier entidad que intente dañarlo o perturbarlo mientras usted esté escarbando. Esto se hace de la siguiente manera: con la punta de la vara deberá hacer un círculo en todo el perímetro donde vaya a trabajar, de tal manera que usted quede dentro del círculo mágico protector. Mientras usted está haciendo el círculo con su vara, puede decir mentalmente o en voz alta, algo más o menos así: “por el poder y virtud de esta vara mágica, trazo este círculo mágico protector, y ningún espíritu o entidad maligna lo podrá atravesar, pues dentro de él yo me encuentro divinamente protegido y nada ni nadie puede dañarme. En el nombre de (yo soy) que así sea”. Y dicho este conjuro, usted estará protegido dentro de ese círculo mágico. No se preocupe si mientras usted está escarbando oye ruidos, voces o gemidos. Tampoco se preocupe si ve animales, sombras, personas, fantasmas o algo así, pues nadie puede atravesar el círculo protector, y usted podrá seguir a salvo dentro de él. Para mayor seguridad, puede poner en el contorno del círculo trazado, un puñado de sal de mar. Esta es un excelente repelente de todo espíritu maligno, pues las hadas, gnomos, trasgos, duendes, y todo tipo de espíritus, le temen a la sal.
También puede usted rociar agua bendita dentro y fuera del círculo, a la vez que dentro de él prende una o varias velas o veladoras blancas. La luz que despiden estas veladoras lo protegerán. Al mismo tiempo, usted puede prender unas varas de incienso aromático, de preferencia de sándalo o pachuli. La finalidad de este incienso es que los elementales que cuidan los tesoros ocultos le permitan excavar sin ser molestado por ellos. Para esto, debe pedirles que lo dejen trabajar y le sean propicios, y decirles que el incienso es para armonizar el ambiente y limpiarlo de vibraciones negativas. También les puede llevar una ofrenda de miel, dulces, cigarros, galletas y tequila o mezcal. Todo esto lo puede colocar dentro o fuera del círculo mágico protector.
Y aun en el extremo de que todo eso no fuera suficiente, puede llevar con usted una espada de acero o de hierro: si oye algún ruido extraño, o siente alguna presencia sobrenatural, tome la espada y apunte con ella hacia el lugar donde escuchó o vio algo, y verá cómo inmediatamente desaparece. Todos los espíritus sin excepción le temen a las espadas de acero o de hierro, y mientras usted la tenga a su lado, nadie puede acercársele.
Con todo lo que le he dicho, puede usted estar tranquilo, nadie lo perturbará, ni lo dañará mientras escarba en busca de tesoros o tapazones antiguas. Todo esto lo deberían de saber las personas que se dedican a buscar tesoros o tapazones, pero desafortunadamente son pocos los que lo saben y se protegen. La mayoría lo hace sin ninguna protección, sólo escarban y ya. Es por eso que muchos que por casualidad llegan a encontrar una tapazón, se enferman y mueren en poco tiempo. Se enferman porque los espíritus que cuidan esos tesoros, los asustaron o se apoderaron de la sombra de esa persona. Esto sucede porque no se protegieron contra dichas entidades. Pero ahora ya lo saben, si realizan lo anterior, no podrá pasarles nada malo.
Un último consejo: si logran encontrar la tapazón, entierro o tesoro que buscan, tengan cuidado y protéjanse de los gases venenosos que despiden los metales. Estos gases tóxicos se acumulan a través de los años, pues como los objetos de oro o monedas han estado guardados en ollas o cofres que han permanecido cerrados por varias décadas o siglos, están al punto de salir o de explotar, y esto es muy peligroso. También debido a la presión que ejerce la tierra al estar enterrados, y no poder liberarse, a veces los gases se liberan poco a poco por pequeños huecos, y así, de esta manera, salen a la superficie. Una vez que brotan del subsuelo tienen contacto con el oxígeno de la atmósfera, y esto favorece la combustión de dichos gases. Es decir, que al contacto con el oxígeno, los gases tóxicos se encienden. Es por eso que de vez en cuando se ve arder una flama en algunos lugares, y la gente tiene la creencia de que ahí donde arde, hay una tapazón. Y tienen razón, ahí donde arden los gases hay, seguramente, un tesoro antiguo enterrado. Pero para poder sacarlo tienen que protegerse como ya les he dicho.
Ahora, suponiendo que alguna persona ya escarbó y encontró un cofre u olla con monedas de oro u otros metales, pero se encuentra herméticamente cerrado, debe hacer lo siguiente para evitar exponerse al peligro de los gases tóxicos o venenosos: tome un pañuelo o trapo grande, mójelo en agua o vinagre y cúbrase con él la nariz y la boca. Una vez realizado lo anterior, abra la olla o el cofre. Ya que esté abierto, rocíelo con abundante alcohol y aviéntele un cerillo. Al instante saldrá una enorme llama de varios colores. Retírese de ahí por algunos minutos. Regrese al terminar la combustión, y ya no habrá peligro, ya que habrá quemado los gases venenosos o tóxicos y se volatizaron. Pero por precaución, no se quite el pañuelo que cubre su boca y nariz.
Tome la olla de monedas y proceda a lavarlas con agua y jabón. Al final, rocíelas con agua bendita y dé gracias a Dios por haberle permitido encontrar ese tesoro. Prometa o jure que hará buen uso de él, y cumpla con su promesa. Ya verá que realizando lo anterior, usted no sufrirá ningún daño.
Si cumple lo que prometió, estará cumpliendo con la ley divina de ayudar al prójimo, y usted y su familia serán felices por siempre. Pero si usted no cumple su palabra y usa ese dinero para hacer cosas malas que van contra la ley divina, entonces puede recibir un castigo terrible.
Es por eso que vuelvo a recomendarles que hagan buen uso de la “vara mágica”, así como del dinero o del tesoro que puedan encontrar. No olviden que si ustedes hacen el bien, éste se les devuelve multiplicado en forma de bendiciones y cosas buenas y maravillosas. Pero, si por el contrario, ustedes hacen un mal uso, éste se les devuelve multiplicado en forma de maldiciones, y cosas terribles y malas le sucederán. Usted escoja el camino que desea seguir. Yo ya le he dicho cómo puede encontrar un tesoro y cómo protegerse de los seres malignos y de los gases tóxicos. También le di un consejo de cómo hacer buen uso de ese tesoro. Lo que sigue sólo usted lo va a decidir. Usted y nadie más será el responsable de su propio destino.
Ánimo, si se decidió a desenterrar el tesoro que está ahí en su casa, en su terreno o en el campo, hágalo, pero no olvide mis recomendaciones. Vaya sin compañía de personas ambiciosas, con un corazón puro y la mente limpia de envidias y malos pensamientos. Ármese de valor y sáquelo. Déle un uso correcto y verá que usted y su familia serán colmados de felicidad y bendiciones.
Buena suerte para todos ustedes… y que Dios los bendiga y los proteja de todo mal. Así sea.